Carta a Adrian.

Carta a Adrian.
Edi 247

El nombre de Adrián se ha hecho muy conocido en todo el país por ser protagonista de la última etapa de la temporada taurina este año. Su nombre empezó a cuajar a partir de la Feria de Julio de Valencia, los aficionados reclamaban un festival para él y para los afectados por el cáncer. La cosa empezó a coger fuerza cuando varios matadores de toros empezaron a brindarles las faenas o a sacarlo a dar la vuelta al ruedo. Ahí empezó la cosa en serio. En octubre se materializaba el deseo y se realizó el festival en su plaza, Valencia, con más de medio aforo. Un éxito. Se le brindaron los toros y se le realizaron homenajes continuos, la gente estaba feliz, los que asistieron y los que colaboraron desde el anonimato. El más satisfecho era la vida misma. Adrián estaba en una nube que no creo llegara a comprender todavía.

Después salieron los monstruos que existen en la sociedad, y ahí despertó este país. Todos  a una defendieron la vida, la inocencia, el toreo, y a Adrián, y recriminaron a los malos. Las cosas claras. El resto ya se determinará en los juzgados si existe justicia en la tierra, si no, tampoco hay problema, la justicia divina ya se encargará de ajustarles las cuantas en el más allá.
No sé si Adrian será consciente del revuelo que ha armado, mejor que no todavía, ya lo verá cuando sea mayor y maduro. Adrián ha despertado sentimientos amorosos que solo los humanos tenemos, porque eso poseemos las personas cuando nos tocan la fibra. Él es el reflejo de un tema tabú que nos da miedo pero que sabemos que existe, un estigma de protección, y que la vida nos hace ser a veces inmunes a verlo, o no queremos ver. Pero de vez en cuando necesitamos gente como él que nos los aflore de nuevo, que nos aviven como a los toros bravos. Esa es la magia de las personas como él. 

Necesitamos a más Adrianes.

Yo soy simplemente un padre que tiene un hijo de siete años, que lucha por poder criarlo sano y valiente, y si eligiera voluntariamente el camino del toreo, sería algo extraordinario por los valores que conviven en este mundillo. Vino al festival y no le quitó la vista de encima. Él ya le reconoce y me ha dicho cosas maravillosas sin siquiera entender realmente que era todo aquel montaje. Le admira ya porque le dije que quería ser torero, pero que ahora estaba malito. Algo se despertó en su frágil cabeza. Y eso solo es posible cuando hay mucha verdad detrás.

Adrian, tú tienes ángel, tienes algo especial que despierta ternura por tu valentía. Sabes que cuando puedas coger una muleta se te van a abrir todas las puertas de las ganaderías de este país para dejarte vacas para torear, te auguro ya que vas a tener todas las novilladas que quieras torear, te presumo ya que va a ir mucha gente a verte. Y tú no los vas a defraudar. Debes torear como lo que eres, un ser valiente y con duende. Tu toreo debe ser eterno, profundo, mágico. Cruzarás esa línea entre la vida y la leyenda. Quiero que lo sea porque tiene que ser así, quiero que torees con esa sonrisa que nos quita a todos la máscara de dureza que nos pone la vida. Quiero que brindes toros a la vida, a los taurinos, a los antitaurinos, a los tuyos, a la gente que esté enferma como tú. Quiero que torees para mí. Quiero que seas torero grande de leyenda. 

Te envío y te deseo toda la suerte de la vida para que logres ser lo que quieras. Quiero que sonrías. Quiero que vivas para enseñar al mundo cosas buenas.

La frase: El mundo necesita niños como Adrián, ellos son el futuro de la humanidad, y esta necesita despertar con sus sonrisas.
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